Monday, May 22, 2006

Domingo 16.

Le había dicho que lo esperaba temprano, que desayunarían juntos, le dijo que por favor llevara las frutas, le dijo que sabía que la iba a llamar, que lo había estado esperando, que las cartas del tarot ya se lo habían predicho, que sería bueno volver a comer naranjas y frambuesas juntos, que ¿por qué no ir de inmediato? ¿Qué si estaba llorando?, no, no, para nada, que no estaría, que esa era la razón, que era como le habían dicho en el tarot, que el teléfono sonaría justo cuando ella fuera saliendo y estuviera a punto de cerrar la puerta, que no, no estaba apurada, que lo extrañaba, que prefería no decir más al respecto, que todo eso le daba pena, que a veces se imaginaba viviendo a orillas del desierto, que se imaginaba una casa para ellos dos a orillas de la arena del desierto, como si fuera una represa que sostuviera la arena, el vendaval de arena de un desierto inexistente, pues ella no conocía el desierto, por lo tanto su desierto solo era imaginado, que quizá el desierto se parecía a Lo prado, o a La granja, pero mucho más vasto y más romántico, que sí, que eso la animaba de manera muy extraña, que claro que pensaba en follar, que era natural, ¿no?. Y luego intervalos interminables de silencio, y que ya estaba, que le esperaba al desayuno, que se cuidara, y hasta mañana. Y al recordar todo esto se le revolvían las tripas, y se sentía pálido, y no pudo dormir, y partió muy temprano a esperar que abrieran el almacén, sentía escalofríos, y pensaba tal vez en no ir, y trataba de descifrar qué era exactamente lo que ella le había querido decir, que era ese gran silencio, tal vez lo más significativo de la llamada, como si de pronto hubiese entrado en una espiral onírica de la cual deseaba salir raudo, pero ya estaba comprando naranjas, y frambuesas que no habían, e imaginó que en casa de Susy no habría nada, ni pan, ni leche, ni café, así que decidió, sin saber cuanto tenia, comprar pan, leche y café, y caminó a la próxima esquina para preguntar por las frambuesas, y ahí tenían frambuesas, compró muchas, y al salir, en la vereda del frente vio a un hombre parado mirando hacia una ventana, algo le llamó la atención, pero decidió ignorarlo, caminó hasta el paradero, detuvo una micro y se montó pensando, ya más animado, en lo bueno que sería volver a verla. Cuando bajó, le pareció ver al mismo hombre de la ventana, pero tampoco le importó mucho. Tocó el timbre, se sentía ansioso, recordó que Susy le había dicho que pensaba en sexo, más bien le había dicho que naturalmente pensaba en follar, esas fueron sus palabras, y sintió que se inundaba de un sentimiento lujurioso, y esto lo hizo estar aun más ansioso, y de pronto una erección apareció en su pantalón, y esto lo hizo presionar el timbre una y otra vez, y todo esto no le había permitido darse cuenta que ya llevaba mucho rato esperando y nadie salía a abrirle, se había imaginado en el trayecto como sería el momento en que ella abriera la puerta, con su pelo largo, con sus ojos vivos, brillantes, con su palidez mate, y entonces plaf!, se abre la puerta violentamente, pero no hay nadie, se queda esperando, pero nada, la puerta rebota suavemente, y decide entrar, el pasillo esta oscuro, no hay ruidos, camina muy confundido, en una puerta que queda al final, donde el recordaba que quedaba el baño, divisa una luz, avanza, escucha murmullos, mira a su izquierda, ve a Pere, y a Luizo, los amigos pintores de Susy, sentados en la cocina, pálidos y sin prestarle mayor atención, pensó en preguntarles donde estaba Susy, pero de un segundo a otro, en la puerta que da a su derecha, se escapa un leve quejido, se alarma y abre la puerta. En la cama, boca abajo esta Susy, a medio vestir, tiene solo un zapato puesto, el otro está en el suelo, al lado de ropa interior de niño, una ropa muy pequeña, siente claramente el olor del vomito, luego a alguien correr, dando una carcajada que se apaga al segundo, de pronto una mano se posa en su hombro, no reacciona, se deja guiar, lo sientan frente a una taza humeante, una taza irrisoria, todo su cuerpo esta helado, y se queda ahí, no sabe bien cuanto tiempo, hasta que ve que está solo, la taza está fría, el cuarto de la cocina frió, se levanta y a pasos muy lentos se arrima a la habitación donde se encuentra Susy, empuja la puerta, Susy está ahora dentro de la cama. Sin aire casi, camina y se sienta al lado de ella. Pensó en su gata Dorada, pensó en el pelo de su gata Dorada, pensó que tal vez su gata se sentiría bien en esa casa, mientras, examinaba los contornos de la habitación, miró el empapelado descascarado, las bisagras de la puerta oxidadas, el techo alto, curiosamente bien pintado, de un verde agua muy tenue, miró los escasos muebles, un velador pequeño, una repisa a medio hacer atestada de libros de pintura, un ropero gigantesco, con las puertas entreabiertas de donde sobresalían retazos de abrigos y faldas, un espejito, donde vio la mitad de su rostro, vio sus ojeras, y sintió que sus ojos se cerraban solos, se apoyó cerca del pelo de Susy, sorbió su olor, rancio, trasnochado, sintió una leve nausea, se giró y se durmió.

1 Comments:

Blogger ComandanteOso said...

y cuando van a sguir recogiendo moneditas?
Se espera...

5:34 AM  

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